viernes, 1 de octubre de 2010

SALADINO

Al-Nāsir Salāh ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb (en kurdo, Selaheddîn Eyûbîen, y en árabe, صلاح الدين يوسف الأيوبي, que quiere decir Yusuf, hijo de Ayyub), más conocido en occidente como Saladino, Saladín, Saladin o Saladine (1138, Tikrit (Iraq) - 4 de marzo de 1193, Damasco),[1] fue uno de los grandes gobernantes del mundo islámico, siendo Sultán de Egipto y Siria e incluyendo sus dominios Palestina, Mesopotamia, Yemen, Hiyaz y Libia.[2] Con él comenzó la dinastía ayubí, que gobernaría Egipto y Siria en los años posteriores a su muerte.

Defensor del islam y particularmente de la ortodoxia religiosa representada por el sunismo, unificó política y religiosamente el Oriente Próximo, combatiendo y liderando la lucha contra los cristianos cruzados y acabando con doctrinas alejadas del culto oficial musulmán representado por el Califato Abasí. Es particularmente conocido por haber vencido en la batalla de Hattin a los cruzados, ocupando de nuevo Jerusalén para los musulmanes y tomando Tierra Santa. El impacto de este acontecimiento en Occidente provocó la Tercera Cruzada liderada por el famoso Ricardo I de Inglaterra que se convirtió en mítica tanto para occidentales como para musulmanes.
Su fama trascendió lo temporal y se convirtió en un símbolo de caballerosidad medieval, incluso para sus enemigos. Sigue siendo una figura muy admirada en la cultura árabe, kurda y musulmana.

lunes, 27 de septiembre de 2010

ORDEN DE MALTA

La Soberana Orden Militar y Hospitalaria de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, más conocida como la Orden de Malta, es una orden religiosa católica fundada en Jerusalén en el siglo XI por comerciantes amalfitanos. Nació dentro del marco de las cruzadas y desde un principio, junto a su actividad

hospitalaria, desarrolló acciones militares contra los ejércitos musulmanes árabes y, más tarde, también turcos.[1]
En la actualidad es reconocida internacionalmente por las naciones como un sujeto de Derecho internacional.
Su sede central, que ha cambiado de sitio en varias ocasiones, se encuentra en la ciudad de Roma, Italia. La sede de la Orden se encuentra en la Via dei Condotti cerca de la Plaza de España. Ese edificio y el Palacio del Aventino, que funciona como su embajada ante la Santa Sede e Italia, tienen estatuto de extraterritorialidad.

CABALLEROS TEMPLARIOS


La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo (latín: Pauperes commilitones Christi Templique Solomonici), comúnmente conocida como los Caballeros Templarios o la Orden del Temple (francés: Ordre du Temple o Templiers) fue una de las más famosas órdenes militares cristianas.[3] Esta organización se mantuvo activa durante poco menos de dos siglos. Fue fundada en 1118 o 1119 por nueve caballeros franceses liderados por Hugo de Payens tras la Primera Cruzada. Su propósito original era proteger las vidas de los cristianos que peregrinaron a Jerusalén tras su conquista. Fueron reconocidos por el Patriarca Latino de Jerusalén, Gormond de Picquigny, el cual les dio como regla la de los canónigos agustinos del Santo Sepulcro.
Aprobada de manera oficial por la Iglesia Católica en 1129, la Orden del Templo creció rápidamente en tamaño y poder. Los Caballeros Templarios empleaban como distintivo un manto blanco con una cruz roja dibujada. Los miembros de la Orden del Templo se encontraban entre las unidades militares mejor entrenadas que participaron en las Cruzadas.[4] Los miembros no combatientes de la orden gestionaron una compleja estructura económica a lo largo del mundo cristiano, creando nuevas técnicas financieras que constituyen una forma primitiva del moderno banco,[5] [6] y edificando una serie de fortificaciones por todo el Mediterráneo y Tierra Santa.
El éxito de los templarios se encuentra estrechamente vinculado a las Cruzadas; la pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos de la Orden. Además, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios creó una gran desconfianza. Felipe IV de Francia, considerablemente endeudado con la Orden, comenzó a presionar al Papa Clemente V con el objeto de que éste tomara medidas contra sus integrantes. En 1307, un gran número de templarios fueron arrestados,


inducidos a confesar bajo tortura y posteriormente quemados en la hoguera.[7] En 1312, Clemente V cedió a las presiones de Felipe y disolvió la Orden. La brusca desaparición de su estructura social dio lugar a numerosas especulaciones y leyendas, que han mantenido vivo el nombre de los Caballeros Templarios hasta nuestros días.

CRUZADAS

El siglo XI fue el apogeo de la fe cristiana, donde la ilusión de una Europa unificada bajo la autoridad papal, parecía ser una realidad palpable.
Esta época gloriosa se empañó cuando los turcos seléucidas abrazaron el islam y se opusieron a toda fe distinta de la suya. Con el objetivo de eliminar a sus adversarios religiosos, atacaron el imperio de Oriente y se apoderaron del Asia menor.
Los peregrinajes a Tierra Santa fueron prohibidos y el odio se hizo evidente entre estos fanáticos musulmanes y los caballeros, que también habían jurado defender la fe católica aún a riesgo de sus vidas.
Con el objetivo de erradicar a los infieles musulmanes de Tierra Santa, enarbolando una bandera que mostraba como símbolo una cruz roja, se inició la Guerra Santa, por orden del Papa Urbano II.
Los cruzados obtenían privilegios terrenales por participar en estas campañas y sobre todo los motivaba hallar la salvación espiritual al luchar por los ideales cristianos.
Hubo en total ocho cruzadas, entre los siglos XI y XIV.
La Primera Cruzada, desarrollada entre 1096 y 1099, estaba integrada por una parte por la llamada Cruzada de los pobres, que reunió desorganizadamente a mucha gente humilde, dirigidas por Pedro el Ermitaño. Este grupo fue literalmente masacrado.
Mejor suerte corrió la llamada Cruzada de los Príncipes, más organizados, con fuerzas provenientes de Francia, Países Bajos y Sicilia, que pudieron tomar Jerusalén en 1909 y obtener cuantiosas ganancias con las que crearon cinco estados feudales (entre ellos, el reino de Jerusalén, el principado de Antioquia, el condado de Odessa y el de Trípoli) y numerosos castillos. Sin embargo, no midieron el costo de la represalia que no tardó en llegar. Los turcos se apoderaron de uno de los cinco estados, el de Odessa.
La Segunda Cruzada fue organizada por San Bernardo, y en ella tomaron ingerencia activa los reyes cristianos, sobre todo el de Francia, Luis VII y el emperador germano Conrado III, pero no obtuvo los logros esperados.
Los turcos reconquistaron Jerusalén en el año 1171, gracias a la acción unificadora de los reinos musulmanes, realizada por Saladino, sultán de Siria y Egipto, hombre de gran carácter y humanidad que ocupó además toda la Siria musulmana y una parte de los países situados más allá del Eufrates medio.
Todo se precipitó por la acción de Reinaldo de Châtillon, que se dedicó a violar las treguas y a la piratería, e incluso atacó la caravana que integraba la hermana de Saladino, quien fue asesinada, provocando la ira del sultán, quien juró venganza. Esta se concretó luego de la derrota cristiana en la batalla de Cuernos de Hattin ocurrida el 4 de julio de 1187, oportunidad en la que Saladino ejecutó al asesino de su hermana.
El fracaso de la Tercera Cruzada puede atribuirse a la enemistad entre Francia e Inglaterra y entre el imperio de Oriente y los cristianos de Occidente. Fue convocada por el papa Gregorio VIII, con la participación de numerosos monarcas, entre los que se destacó Ricardo Corazón de León, que logró apoderarse de Acre el 13 de julio de 1191, y se puso al frente de la Cruzada, firmando una tregua con Saladino, iniciándose un período de paz, a pesar de la muerte del sultán ocurrida pocos meses después.
La Cuarta Cruzada fue contra Egipto, por ruta marítima y no incluyó monarcas, estando organizada por el Papa Inocencio III en el año 1199. Sin embargo una confabulación entre quienes dirigían la Cruzada dirigió el objetivo hacia Constantinopla.
Llegados a Bizancio instalaron en el mando a Alejo IV, quien fue depuesto recayendo el mando en Alejo V; pero los Cruzados lograron imponerse y exterminaron a loscristianos ortodoxos, determinando la extinción del Imperio Bizantino, que quedó sumamente debilitado, oportunidad que luego aprovecharían los turcos en 1453, para asestar el golpe definitivo. Fue una cruzada de cristianos contra cristianos.
Las siguientes cruzadas recibieron el nombre de bálticas, por estar dirigidas contra los paganos de la cuenca del báltico y fueron realizadas entre los siglos XII y XVI, por Dinamarca, Alemania y Suecia.
La Quinta Cruzada fue obra de Inocencio III y se llevó a cabo en el año 1218, con la intención de conquistar Egipto, pero fracasó.
La Sexta Cruzada se realizó sin permiso papal, en el año 1228 y fue realizada por Felipe II. Logró reconquistar Belén, Nazareth y Jerusalén, convirtiéndose en su rey por decisión personal, aunque Jerusalén fue nuevamente ocupada en el año 1224.
La toma de Jerusalén motivó la Séptima Cruzada, organizada por el rey Luis IX de Francia, pero fue un fracaso rotundo, culminando con su líder prisionero.
Sin embargo, no desalentado aún, Luis IX, una vez en libertad, organizó la Octava Cruzada en el año 1269, con peor suerte aún que la anterior, ya que falleció en Túnez víctima de la peste junto a una gran parte de su ejército en el año 1270.